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martes, 10 de noviembre de 2015

La sexualidad infantil: Ante esos "tocamientos" incómodos

Desde que el ser humano nace, su sexualidad es algo que le acompaña desde siempre. Desde el nacimiento e incluso antes. Esto conlleva que muchos niños sientan curiosidad por sus órganos genitales y se exploren, lo que preocupa en muchas ocasiones a sus padres. Muchos padres y madres sienten intranquilidad por no saber si esto es normal o si es una conducta que deba preocuparles porque sea mala. Sin embargo, vaya por delante que esta conducta es perfectamente normal y tiene que ver con la evolución del niño o niña.

Los órganos genitales tienen sensibilidad y son capaces de producir sensaciones agradables desde muy pequeños. Los niños y niñas exploran el mundo y dentro de esa exploración también está la de su propio cuerpo, y por eso la llamada "masturbación infantil" es una consecuencia lógica de esa curiosidad. Es una consecuencia del desarrollo disfrutar de tocar sus genitales y de las sensaciones que produce, del mismo modo que se disfruta con un baño caliente, los sabores dulces o las palabras amables de papá o mamá.
Sin embargo, no podemos hablar en los mismos términos que se habla en la etapa adolescente, cuya estimulación es diferente y tiene un contenido muy diferente. Realmente en el caso de la etapa infantil, más que masturbación deberíamos hablar de "autoestimulación infantil", y persigue únicamente la satisfacción por la curiosidad de explorar el propio cuerpo.

Desde este punto de vista, es imprescindible no ver con ojos de adulto las conductas de los niños, y no interpretar su intencionalidad más allá de la curiosidad y el placer que supone, sin un contenido sexual a ojos del adulto: no hay un deseo erótico que lo motive, es únicamente curiosidad y el autoconocimiento.

¿Cómo hemos de comportarnos los padres?

Lo primero que hemos de saber es que dependiendo de la actitud que tengamos los adultos, así será que se mantengan o no las conductas y las consecuencias y causas de éstas. Es muy importante que desde el principio se haga una buena educación sexual, sin censurar y respondiendo con naturalidad a lo que los niños quieran saber. Es muy normal que busquen, pregunten y pidan ayuda del mismo modo que lo hacen con otros temas sobre los que quieren saber y preguntan. No debe ser un contenido prohibido, puesto que si lo hacemos prohibido los niños seguramente sientan más curiosidad.
De este modo no deberíamos censurar en ningún caso, ni decirles "eso no se hace" o quitarle de un manotazo las manos de los genitales. El modo de proceder ha de ser enseñarles cuándo pueden hacerlo y cuándo no, según lo que socialmente se espera y el concepto de intimidad que cada familia tenga. Es decir, el modo de proceder es acorde a la adecuación de la conducta y el lugar, y no tanto sobre la conducta en sí misma que, como ya decimos, es natural.

Algunas pautas útiles

Para aclarar y despejar cualquier duda ante el comportamiento o la actitud que deben tener los padres, ambas especialistas enumeran una serie de claves fundamentales.

  • Dependiendo del lugar/contexto: Enseñarles cuándo pueden hacerlo y cuándo no, de acuerdo a las pautas familiares y también al contexto. Es decir, fuera de casa, será censurado socialmente cualquier tocamiento en público y esa es la norma que la familia debería inculcar en el bebé 'aquí no' o 'ahora no' y en el niño.
  • Aclarar las dudas que tengan: Lo más importante es que el niño aprenda que se quiere y se puede hablar de estos temas, como se hace con otros. Los padres deben tratar el asunto con la mayor naturalidad posible y contestar a las preguntas del niño siempre en función de su edad y capacidades. No esperar que sean ellos los que te cuenten. No importa reconocer si algo no se sabe, pues lo más importante es la predisposición que se tenga, que el niño vea una actitud de naturalidad y confianza en ellos.
  • No tener miedo a hablar y educar en sexualidad: El mejor recurso para educar la sexualidad en la familia es utilizar las anécdotas del día a día. Por ejemplo, cuando vemos a una pareja besándose en el parque puede ser una oportunidad para transmitir conocimientos (siempre adecuados a su edad) y estrategias para manejarse, poco a poco, en estos ámbitos, y darles a conocer los valores de nuestra familia. Se trata de educar, no de adoctrinar. Utilizar la primera persona y argumentar con razones las creencias permite aprender que hay muchas maneras de vivir la sexualidad y todas ellas muy válidas siempre que sean coherentes con los propios valores y deseos.

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